sábado, 4 de diciembre de 2010

Quien somos nosotros

Te lo digo ahora. Verás que esfuerzo se exige:

—El daño está, señor caballero, en que no tengo aquí dineros: véngase Andrés conmigo a mi casa, que yo se los pagaré un real sobre otro.

—¿Irme yo con él? —dijo el muchacho—. Mas ¡mal año! No, señor, ni por pienso, porque en viéndose solo me desuelle como a un San Bartolomé.

—No hará tal —replicó don Quijote—: basta que yo se lo mande para que me tenga respeto; y con que él me lo jure por la ley de caballería que ha recebido, le dejaré ir libre y aseguraré la paga.

—Mire vuestra merced, señor, lo que dice —dijo el muchacho—, que este mi amo no es caballero, ni ha recebido orden de caballería alguna, que es Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar.

—Importa poco eso —respondió don Quijote—, que Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus obras.

Es ahora el muchacho el que desconfia de Juan afirmando que miente. Don Quijote le adjudica un juramento que asume, sin duda, se verá obligado a cumplir.

¿Cumplir qué? Pagarle. ¿Por qué es rico además? Tu quieres ser rico. Pues ya está..

En realidad, todos necesitamos pasta.

¿Qué quiere decir don Quijote diciendo que cada uno es hijo de sus obras?
Qué si, como se entiende, si has hecho algo malo ya eres malo.
Nope. Que naces cada vez que actúas. Que siempres puedes cambiar.

¿Cuál es el problema entonces?

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