martes, 29 de marzo de 2011

El Espejo roto

El caballero de los Espejos y el de la Triste Figura luchan cada uno por su dama, causa de sus esfuerzos y desvelos. Pero la realidad que nos muestra el Quijote es prosaica; de modo semejante a como el caballo de don Quijote tropezó cuando cargaba contra los toledanos, el caballo del de los Espejos le juega una mala pasada: se queda quieto en el momento más inoportuno permitiendo a don Quijote derribar fácilmente al de los Espejos ancas abajo. Luego el de los Espejos resulta ser el bachiller Sansón Carrasco y su escudero Tomé Cecial, otro vecino del pueblo; Carrasco había ideado cuando le animó a salir, buscarlo, retarlo, derrotarlo y someterlo a recogerse en su casa.


Si una palabra tuviera que definir el Quijote sería "desengaño", pues, perdona, pero en el arte tienen que ganar los buenos. Sin embargo, desengañarse tiene el pesado lado negativo de desilusionarse. Esta paradoja nos arroja una interesante percepción sobre nuestras vidas contrarias y cautivas cuyas carencias han rellenarse con ilusiones.

Cervantes diferencia el Quijote, su obra cumbre, de sus otras producciones por el uso constante de la broma y, sobre todo, de la ironía, y el resultado es que nos desideologiza, y así nos desilusiona. Aquellos que reaccionaron con virulencia al Quijote, como fue el caso de Lope, entendieron que lo que no era edificante no podía ser sino destructivo. ¿Cómo se podía hacer tabla rasa de la religión católica, la ideología de España, precisamente en su hegemonía? Y fue supuestamente el cliqué de Lope, ya que no fuera él mismo, compositor del Quijote apócrifo que precisamente tengo entre manos:

El cual dice en su Prólogo que el del Quijote ofendió a Lope de Vega, del que dice escribe “con el rigor del arte que pide el mundo, y con la seguridad y limpieza que de un ministro del Santo Oficio se debe esperar”. Aparte de otros rastreros menosprecios que dirige a Cervantes en ese mismo Prólogo, le acusa de envidioso, dada su vida fracasada, y de que el Quijote sea un producto nacido en una cárcel y de ahí su ánimo rencoroso/destructivo. Ésta misma argumentación se ha repetido entre muchos de los intérpretes del Quijote hasta el presente.

Veamos ahora como las gasta ese Quijote apócrifo citando el comienzo de su capítulo primero:

Encerrado don Quijote tras su regreso al fin de la Primera Parte, le dieron el cura y el barbero para que leyera en lugar de los libros de caballerías

“Flor Sanctorum de Villegas, los Evangelios y Epístolas y Guía de Pecadores, de fray Luís de Granada: con la cual lición, olvidándose de las quimeras de los caballeros andantes, fue reducido dentro de seis meses a su antiguo juicio, y suelto de la prisión donde estaba. Comenzó tras esto a ir a misa con su rosario en las manos, con las Horas de Nuestra Señora, oyendo también con mucha atención los sermones; de tal manera que ya todos los vecinos del lugar pensaban que estaba totalmente sano de su accidente, y daban muchas gracias a Dios….”

Cualquiera diría que en esta segunda parte nos va a salir un nuevo San Ignacio de Loyola, o cualquiera de los otros místicos del Siglo de Oro, o a lo menos un Unamuno, y casi nos preparamos para lo mejor, pero la mala influencia de un sórdido Sancho y la llegada de unos caballeros granadinos de camino a unas justas a Zaragoza le hacen recaer en su extraña locura, y a este bienintencionado autor ir adelante con su grosera y grotesca segunda parte.

Este Quijote apócrifo nos muestra la situación intelectual de la España de su tiempo. Así se explican mejor otras obras de Cervantes carentes de ironía, más sumisas a la ideología, así como la plena consciencia que tenía de lo que estaba en juego al llevar adelante su propósito en el Quijote. De modo que si la lectura del Quijote es la experiencia del desengaño, el Curioso Impertinente, intercalada en ella, es una confesión, o una cura en salud, de su pecado, o al menos de la preocupante conciencia de su atrevimiento. Pero Cervantes no pretende manipular a nadie en el Quijote como el impertinente curioso, por el contrario su propósito es liberador –el sentido positivo del desengaño. Tampoco pretende sustituir una ideología por otra y, por ese motivo, no tiene inconveniente en que don Quijote recupere la cordura, retorne a ser Alonso Quijano el Bueno y muera cristianamente confesado (ni el mismo Dámaso Alonso, que entiende el papel superior de Sancho en la segunda parte, ni, creo, sus más agudísimos lectores, ven que Cervantes no se opone a nada; que la superación de la ideología si no ha de resultar en la ausencia tampoco en otra ideología). Podría ser por eso que Sansón es derrotado en su primer encuentro; no porque toque a don Quijote vencer, que al final ha de ser vencido por el bachiller, sino para dar tiempo a su autor a manifestar ante el espejo del hidalgo lopecino, el del Verde Gabán que ya viene de camino, dónde en el desengaño está la plenitud. Por eso dejamos el Verde para el final del comentario a esta verdadera Segunda Parte......

miércoles, 23 de marzo de 2011

De los Espejos

De la conversación de los amos se llega a que el de los Espejos dice que había ya derrotado al famoso don Quijote, asaz de otros muchos grandes hechos realizados en nombre y pro de su amada Casildea de Vandalia. Y se lo dijo así:

“Pero de lo que yo más me precio y ufano es de haber vencido en singular batalla a aquel tan famoso caballero don Quijote de la Mancha, y héchole confesar que es más hermosa mi Casildea que su Dulcinea; y en solo este vencimiento hago cuenta que he vencido todos los caballeros del mundo, porque el tal don Quijote que digo los ha vencido a todos, y habiéndole yo vencido a él, su gloria, su fama y su honra se ha transferido y pasado a mi persona,

y tanto el vencedor es más honrado
cuanto más el vencido es reputado;

así que ya corren por mi cuenta y son mías las inumerables hazañas del ya referido don Quijote.”

El que vence a otro, se apodera hasta de su historia, de la confección de la misma. Esa es la razón histórica.

“Admirado quedó don Quijote de oír al Caballero del Bosque, y estuvo mil veces por decirle que mentía, y ya tuvo el mentís en el pico de la lengua, pero reportóse lo mejor que pudo, por hacerle confesar por su propia boca su mentira”, así que se lo puso en duda.

Insiste y da pelos y señales el del Bosque, a lo que don Quijote busca una explicación, aunque sea sobrenatural, que aclare el evidente malentendido, para concluir:

“Y si todo esto no basta para enteraros en esta verdad que digo, aquí está el mesmo don Quijote, que la sustentará con sus armas a pie o a caballo o de cualquiera suerte que os agradare” Y con esto se aprestan al duelo.

Como sean los escuderos convocados a los arreglos de encuentro y le diga el del Bosque que ellos también tendrán que habérselas como es costumbre entre escuderos, le replica Sancho:

“—Esa costumbre, señor escudero —respondió Sancho—, allá puede correr y pasar con los rufianes y peleantes que dice, pero con los escuderos de los caballeros andantes, ni por pienso. A lo menos yo no he oído decir a mi amo semejante costumbre, y sabe de memoria todas las ordenanzas de la andante caballería. Cuanto más que yo quiero que sea verdad y ordenanza expresa el pelear los escuderos en tanto que sus señores pelean, pero yo no quiero cumplirla, sino pagar la pena que estuviere puesta a los tales pacíficos escuderos, que yo aseguro que no pase de dos libras de cera, y más quiero pagar las tales libras, que sé que me costarán menos que las hilas que podré gastar en curarme la cabeza, que ya me la cuento por partida y dividida en dos partes. Hay más, que me imposibilita el reñir el no tener espada, pues en mi vida me la puse".

Argumenta: Es cosa de rufianes. No hay tal ordenanza. Si la hubiera prefiere pagar por su incumplimiento que menos le costará que la cura. No tiene ni tuvo nunca espada.

Peleemos a talegazos, que tenemos, dijo el del Bosque. Pues cualquier cosa vale para pelear.

No le parece mala idea a Sancho ya que con las talegas no se harán daño, pero le saca de su error del Bosque al señalarle que tienen que ir llenas de guijarros para herirse.

Rechaza Sancho la idea e insiste el del Bosque que al menos peleen media hora. Le recuerda Sancho lo feo que sería dañar a aquel con el que ha compartido cena, cuanto más a secas y sin cólera alguna. Por lo que el del Bosque propone provocársela con tres o cuatro bofetadas

“Contra ese corte sé yo otro —respondió Sancho— que no le va en zaga: cogeré yo un garrote, y antes que vuestra merced llegue a despertarme la cólera haré yo dormir a garrotazos de tal suerte la suya, que no despierte si no fuere en el otro mundo”

Pero añade que “lo más acertado sería dejar dormir su cólera a cada uno, que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir por lana que vuelve tresquilado, y Dios bendijo la paz y maldijo las riñas; porque si un gato acosado, encerrado y apretado se vuelve en león, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que podré volverme, y, así, desde ahora intimo a vuestra merced, señor escudero, que corra por su cuenta todo el mal y daño que de nuestra pendencia resultare"

Finalmente, con la llegada del alba y a la vista de la extraordinaria nariz del escudero se refugia en un árbol.

La reflexión en este punto cuando los países ricos bombardean Libia para proteger a la población de Gadafi es comprender como en las interpretaciones del Quijote solo se ha prestado atención al héroe. Las bien intencionadas razones de Sancho no son sino vanas, utópicas, idealistas; no hay tal en la tierra donde se pueda escapar a la violencia y a la participación en ella; son los caballeros los que, asumiendo la realidad del mundo, se ponen en vanguardia sin vacilación y son esos los prácticos, los necesarios. Aquí en España ha habido unanimidad entre los grupos políticos a intervenir en Libia, son estos también los que se ponen a la vanguardia de lo que de otro modo es ajeno al perezoso vulgo liderándonos y ofreciéndonos sus buenas y argumentadas razones para que la intervención sea democrática.

La argumentación de Sancho, en efecto, es cosa de la comedia, de las narizotas, los caballeros andantes no existen en realidad; hablar si pueden hablar como si lo fueran, pero los que realmente andan, en nuestra época, es decir son bombardeados, o con más suerte, los que bombardean son los Sanchos.

Además que no hay mucho riesgo, al crear una zona de exclusión, simplemente se les bombardea a ellos, posiblemente las potencias no tengamos bajas, no más que ciertos gastos, que luego se cobraran a Libia, que podrá pagarlos con el petróleo. Tu dime de qué lado estar cuando no hay más que esquinas en el mundo.

Cierto, ¿Cómo se puede consentir que haya gente que viva en esas residencias o jaimas, con esas posesiones y cuentas corrientes mientras la mayoría de la gente, especialmente los jóvenes en el norte de África no tiene trabajo ni seguridad social? Todo gracias a ese control y represión dictatorial tan crudos.

Cuando el pueblo se ha manifestado por la democracia, el régimen ha utilizado la fuerza. Y hubiera acabado con los rebeldes en días causando una masacre que hemos sido capaces de evitar. No pretendemos echar a Gadafi, sino solo que no masacre a su pueblo por eso le hemos inutilizado las armas; el desarrollo es mayor si además de incluir el servicio de venta y posventa añade un servicio ejecutivo de obsolescencia. Lo que pasa es que la producción se hace cada vez más en China por lo que cuidado con tanta aceleración de la ídem.

Este caso de Libia nos manifiesta una vez más la gran verdad que expone don Quijote en su discurso de las Armas y las Letras; que el fin de la guerra es la paz. Así la intervención occidental es humanitaria, la de Gadafi intenta mantener el orden constitucional, pero, ¿la de los rebeldes demócratas libios que fin de paz tiene? Dice Kant en la Paz Perpetua que la rebelión no puede hacerse pública, pues perjudicaría su objetivo, por lo tanto siempre es injusta, aunque no quiere decir que lo sea. No consta que se interesase mucho por el Quijote.

Cervantes tuvo que pintar a Sancho feo y, peor, pobre y sirviente, para hacerlo pasar desapercibido detrás del cartón de su amo y poder publicar y esperar que fuese la simple razón, que no tiene vestiduras, la que se encontrara y en él se descubriera, pues ni tiene espada ni nunca se la puso.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El de los Espejos

Introducción

Prosigue el relato del escudero y su caballero cuando, ya de noche, se encuentran con el caballero del Bosque, punto en el que el autor abandona la complicidad con el lector dejándole en la intriga de cómo puede haber otro loco como don Quijote en el mundo, quien, además, ha inventado también una dama para dar motivo a su andante salimiento.

Don Quijote, que oye sus lamentos, no desaprovecha para hacer gala de su desvarío justificando de esta manera su aflicción: “los daños que nacen de los bien colocados pensamientos antes se deben tener por gracias que por desdichas”


A esto le responde el del Bosque: “Así es la verdad, si no nos turbasen la razón y el entendimiento los desdenes, que, siendo muchos, parecen venganzas”.


Volviéndose al vacío, aún le replica don Quijote: “Nunca fui desdeñado de mi señora” . Lo que atentamente confirma Sancho.


Argumentación

La intervención de Sancho provoca la reacción del de los Espejos, el cual refiriendo a su propio escudero afirma que, aún siendo ya tan grande como su padre, no se atreve a despegar los labios cuando él habla. Se da por aludido el buen escudero del Bosque y coge a Sancho por el brazo y se lo lleva a un aparte donde razonablemente le convence de que abandone a don Quijote. He aquí sus argumentos:

Mientras unos se comentaban sus amores los otros comparaban sus vidas; las de su condición de mozos. Y surge esta conversación al notar el del Bosque como en ellos se cumple la maldición divina sobre nuestros primeros padres de ganar el hombre su sustento con el sudor de su frente. A lo que suma Sancho que también con el hielo de los sus cuerpos, sin su mujer o, mantas a los menos, incluso con el ayuno a veces.


El del Bosque recuerda entonces la esperanza que los escuderos tienen de compensar su trabajo con el premio de un gobierno. El del Bosque, dada la condición de su amo, ve más asequible para sí un canonicato. Don Quijote, replica Sancho, como lego que es no quiere sino ser emperador y de esto se alegra pues no se ve en condiciones de beneficiarse de la Iglesia, o las Letras, por ser analfabeto.


Pero no todos los gobiernos son buenos, que algunos hay malos, dice el del Bosque, y son una pesada carga sobre los hombros del desdichado al que le caen en suerte. Y, por eso, sería mejor a los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas a entretenernos en nuestra aldea. Ambos muestran entonces el amor a sus hijos y Sancho además a su mujer y al rucio. Viene entonces a reconocer Sancho como pensando en la ganancia se resigna a seguir al mentecato de su amo. El del Bosque le advierte de que la avaricia rompe el saco y también declara que su amo es otro mentecato. Así que acaban en consolarse mutuamente pues “tener compañeros en los trabajos suele servir de alivio”. Y esa solidaridad la gasta también Sancho con don Quijote por bueno. Insiste el del Bosque advirtiéndole que si guía un ciego corren peligro de caer al hoyo por lo que le recomienda otra vez el retiro a la aldea. Y tras comer una empanada y echar unos tragos del vino que el del Bosque traía, le vuelve a sugerir a Sancho, por quejarse éste de la frugalidad de su amo en menoscabo de lo mucho que él sabe de vino, que se vuelvan a sus chozas, que allí les hallará Dios si quiere. Sancho se propone entonces servir a don Quijote no más que hasta Zaragoza.

Conclusión
No solo el escritor ha dejado de ser cómplice del lector, el escudero del Bosque, como luego el caballero de los Espejos, hablan también ocultando lo que saben y lo que pretenden.

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿TENGO RAZÓN, O NO? (y 2)

Decíamos en el post anterior que el arma da también explicación a nuestras representaciones, mientras que Marías las adjudicaba una función moral. Esta es la manera habitual de argumentar, que explica también por qué Cervantes no ha podido ser interpretado tras tanto tiempo de intenso estudio. La hipótesis que se ha planteado al Quijote sigue el patrón de esto significa esto otro, pero Cervantes, al exponer la realidad tal cual es, requiere y provoca que la comprensión de la realidad y de su obra acontezcan a la vez.

Los comentaristas del Quijote, conocedores de que no estaba asalariado por escribir, argumentan: tuvo una vida tal y por eso escribe pascual, o, vivía en España, luego representa a España, o, su tiempo era el barroco, luego nos expone el barroco, etc. Y todos estos argumentos valen. Pero aburren.

Ahora, si pensamos en esa función moral de las representaciones encontramos que son intranscendentes por tanto una idea simplemente representa otra, lo que se manifiesta en que todos estos pensadores raciovitalistas sean, además, historicistas. Solo hay historia, tiempo que nos va mostrando una u otra apariencia. Pero la realidad que el Quijote nos muestra se prueba verdadera precisamente en que es indiferente al tiempo.

Ese tiempo no es sino la historia de la guerra, grupos armados que se imponen a otros; y el que se va azarosamente imponiendo va haciendo confesar a los otros según su conveniencia para afianzar su predominio; de modo que nuestra fe, nuestras representaciones tanto mentales como nuestros fingimientos rituales expongan su relación de servicio al arma de turno. Las agudas Meditaciones del Quijote de Ortega se despeñan en ese abismo; uno de los capítulos de su libro reza significativamente La crítica también es patriotismo. Desde este panorama sin tiempo Ortega es el Caballero de los Espejos o, mejor, del Bosque.

Vamos rellenando la inhumanidad de esa historia de la guerra con palabras como justicia, paz, cristianismo, islam, democracia, comunismo..., y, mientras algún poder se justifica adhiriendose a alguna de esas consignas que sirva a la Coalición -ya que realmente nuestra casa, aunque violenta, es siempre el mundo- su evidente insolvencia se aclara con lo de hay una buena y otra mala, y se sigue adelante mientras se puede. A algunos les sonará aquello del “socialismo real” hasta que se descubrió, con su derrota, que no había otro. (Cuanto se pudo cegar el socialismo como para proponer la igualdad desde el estado, cuya esencia es la jerarquía piramidal que le es insoslayable a la unidad armada).

Solo cuando, en lugar de asumir alguna de estas consignas, o mantras, y trabajar para su justificación, se alcanza la discreción, que es algo solo personal, podemos intentar superar el obstáculo que tenemos para actuar racionalmente cooperando por nuestro beneficio común, mutuo y recíproco. Y es en este punto cuando hemos de recurrir al objeto que tenemos disponible y adecuado para ir más allá de nuestra condición “histórica”; la bandera blanca……… por tanto su función es poner en suspenso a las armas, también en ese modo “espiritual” que tienen de actuar sobre nosotros tal como acertadamente describen estos filósofos raciovitalistas sobre los objetos en general.

Tal vez resulte que es preciso vivir no menos de 7 o 10 años años fuera del país propio para alcanzar esta inteligencia –discreción es la palabra que usa Cervantes- sobre el sentido de las Letras/palabras, saliendo de la placenta religiosa o ideológica que nos envuelve, como es el caso del autor del Quijote y de un servidor. Si alguien dice que Cervantes escribió como un poseso por España y el Catolicismo en, por ejemplo, El Trato de Argel, puedo yo recordar que en mis primeros años en el extranjero rezaba sin cesar al Dios romano buscando ligar mi espíritu, librarlo de una soledad, casi un vértigo, demasiado imponente para poderlo soportar en ausencia de alternativa. (Les pasó algo semejante a los yugoslavos; que no tenían ni idea que eran creyentes hasta que les apañaron la guerra. El Choque de Civilizaciones)

10 años después de mi estancia en Berlín, tras pasar por varias inmersiones culturales y ya en China, mi pensamiento –que sigue siendo el actual- estaba ya bien amarrado a la imagen de la libertad y consolidado. ¿Quién de los estudiosos de la vida de Cervantes se ha aventurado a imaginar la intensa experiencia del curioso espíritu de Cervantes en Argel de la que nos da una idea en sus visiones de los conversos o renegados? O, peor, ¿a manifestar que allí le reconocieron su enorme mérito personal en contraste con el más feo hábito de peón que le estaba destinado vestir –y en el que le vieran- en España?

Mi pensamiento se topó con la bandera blanca para nunca más abandonarla en el año 2000 en Qingdao, China. Y solo en el 2004, con ocasión del 4 centenario de la publicación del Quijote lo releí y encontré allí mis propios pensamientos, incluido el de la bandera blanca aunque fuera traída por los pelos, para sentirme como aquel nieto que entendiera a Cervantes según reclama Ortega.

Ahora, yo te presento la bandera blanca de paz que nos orienta a la igualdad y la unidad, según

“se entiende, por ejemplo, lo que es un objeto, una pluma, un vaso, un cuchillo, anticipando en la imaginación la función vital que es escribir, o beber, o cortar, viendo el objeto en cuestión ejecutando virtualmente esa función; si yo muestro una pluma a alguien que no sepa qué es escribir, que no conozca esa posibilidad humana, jamás verá una pluma: solo se la entiende cuando asume una función –sea la que se quiera- dentro de mi vida. Y esto es la razón vital: la vida en su función de dar razón, es decir, de aprehender la realidad de su conexión”

Y solo la reconoce, quien se orienta con ella y la da conocer, bien fácilmente por los medios modernos de comunicación, las redes sociales, pues, de otro modo, las banderas de guerra están presentes siempre y en todo y “se anticipan en la imaginación”.

Tal como tú lo entiendes, piensa que así los otros lo entenderán. Y, si tengo razón, dámela, piensa también que otros me la darán igual. Con lo que la liberación no está lejos.

sábado, 5 de marzo de 2011

¿Tengo razón, o no? (1)

Son innumerables los autores que nos recuerdan lo que del Quijote dice Ortega; “no hay libro cuyo poder de alusiones simbólicas al sentido del universal de la vida sea tan grande”, y es el caso que la filosofía de Ortega es conocida como raciovitalismo de cuyo sentido nos da ajustada expresión su mayor discípulo, Julián Marías, en su obra La imagen de la vida humana, de la siguiente manera:

“Lo que llamamos entender consiste en hacer que algo funcione dentro de mi vida. Se entiende, por ejemplo, lo que es un objeto, una pluma, un vaso, un cuchillo, anticipando en la imaginación la función vital que es escribir, o beber, o cortar, viendo el objeto en cuestión ejecutando virtualmente esa función; si yo muestro una pluma a alguien que no sepa qué es escribir, que no conozca esa posibilidad humana, jamás verá una pluma. Y si se piensa en una realidad que no sea artificial e instrumental, el caso es semejante: solo se la entiende cuando asume una función –sea la que se quiera- dentro de mi vida. Y esto es la razón vital: la vida en su función de dar razón, es decir, de aprehender la realidad de su conexión”
He encontrado estos días este librito en mi estudio de la recepción del Quijote, ya que más adelante también trata en él de Cervantes, y coincide sorprendentemente con mi propio entendimiento de la realidad que ya había expresado en algunos post antiguos de www.whiteflag.info lo que aporta prueba a su validez.

En efecto, como dicen estos filósofos el modo en que las personas vivimos es proyectando nuestro futuro, previniéndolo, "curándonos" de él (como también lo ve Heidegger), en la forma de asegurarnos casa para protegernos de las inclemencias del tiempo, ropa para no tener frio, comida para cuando llega el hambre o la hora de comer y, de modo más directo, acumulando dinero que podemos intercambiar por cualquiera de esos materiales o servicios que cubren esas necesidades u otros deseos.

Sin embargo, cuando nos acercamos más a estos sus pensamientos de la razón vital comenzamos a percibir su desvarío o nuestro desacuerdo, o, de otro modo, su incapacidad para entender el Quijote hasta el final. Escribe asi también Marías:

“Es mi proyecto el que se interpone y se intercala entre la realidad y yo, el que hace las cosas o cosifica lo real, porque el proyecto, que no solo es algo real, sino una potencia realizadora, es el mismo una realidad imaginaria. Esto es una mesa porque proyecto sobre ella apoyar los codos, poner un libro o un vaso encima; pero se convierte en leña ante el proyecto de hacerla arder en la chimenea; en balsa, como resto de un naufragio…”
“Por lo visto, para tratar con la realidad no tengo más remedio que imaginarla”. “La razón de esto es grave; la vida no es me dada hecha, no solo tengo que realizarla, sino que además tengo que inventarla, incluso sus posibilidades. Eso que se llama percepción es ya en buena medida asunto de imaginación; actúan e intervienen en ella recuerdos, anticipaciones, todo un halo irreal sin el cual el halo perceptivo no es posible…”
Y desde aquí continua Marías su discurso sobre La imagen de la vida para pasar a las representaciones que hacen las artes, las cuales, asegura, tienen una función moral.

Ruego ahora al lector y a estos filósofos que sometan el objeto arma a ese acertado marco de la experiencia del entendimiento, y justo es que así sea aunque solo fuera porque es el principal asunto que Cervantes trata con el Quijote, y veremos como el resultado de su imagen de la vida cambia, aunque también solo fuera porque el arma ajustada a estos términos no encaja en la “vida en su función de dar razón” pues lo que el arma hace es privar de libertad al establecer la disyuntiva entre vida y libertad. En este sentido podríamos decir que el planteamiento de estos filósofos es “idealista”; la realidad no está a expensas de nuestra libertad, de nuestro proyecto. (Ni, en general, pienso que nuestro proyecto hace de la mesa leña, balsa o mesa; la mesa es mesa, es ella, la vista de ella, una vez conocida, la que convoca en mí su función y genera mi proyecto, y es esa serie de funciones que despiertan los objetos constituye el acervo más común de los hombres.)

Así, y en todo caso, es la existencia del arma en la naturaleza, anterior a esa experiencia del entendimiento del hombre, la que, al proyectarse éste, al prevenir el futuro, encuentra en ese objeto arma el fin de todas sus perspectivas. Por este motivo el hombre se organiza en todo tiempo y lugar en función de él en unidades armadas, y somete todos sus recursos –aunque no fuera consciente o deliberadamente- a ese fin último y así es que el arma es la producción suprema del hombre en todo tiempo y lugar.

Es el objeto arma el que falsifica la imagen o representación del mundo que nos hace Marías; éste dice que la vida hay que realizarla, esto puede ser cierto pero de modo apenas significante, pues la historia del mundo es la historia de la guerra, nuestra forma de organización está basada en la unidad armada, de la que luego surge una cultura, una constitución, cualquiera que sea siempre jerárquica, piramidal, requisitos todos que el arma nos genera para ser efectiva. Cuando nacemos, comenzamos a vivir, nos incorporamos en una “figura de ajedrez”, tal como sugiere Sancho, y Cervantes no olvida.