miércoles, 4 de mayo de 2011

¿Honor?

Dice Américo Castro que su El Pensamiento de Cervantes tuvo como punto de partida la especial concepción del honor en Cervantes disidente de la de sus contemporáneos. Lo afirma repetidamente al final de su ensayo


en la CONCLUSIÓN:

“Si el lector ha tenido paciencia para recorrer este largo estudio habrá visto que Cervantes encierra problemas ideológicos muy complejos. No sé si mis razones persuadirán a todo el mundo. Me contentaría con que se reconociese que frente a los juicios tradicionales sobre nuestro mayor escritor se imponen otras posiciones. Nuestro trabajo ha consistido no más que en prologar histórica e idealmente los temas de Cervantes, caminando por la senda de que son natural punto de partida. Nunca se dijo que en Cervantes hubiera una flora temática determinada por el clima histórico en que su obra crece y por la especial visión del mundo de su autor. Se pensaba que el genial artista era un producto de ocasionales aunque sublimes intuiciones; se ignoró siempre su formidable poder de selección. Los mismos estudiosos alemanes, tan afamados en torno a las menores particularidades ideológicas de Calderón, no pensaron escribir una “Cervantes Weltanschauung (visión del mundo). Y todo ello ha sido causado por un prieto haz de desfavorables perjuicios, no sometidos a contraste.”


“Muy lejos estaba de creer que Cervantes ofreciera en armónico y grandioso despliegue los más finos temas del renacimiento italiano. Conocía los juicios agrupados en la introducción de este libro y pensaba que Cervantes no era sino el maravilloso creador del Quijote, el artista de estilo único, etc. Comencé a vislumbrar otras posibilidades en 1916 al estudiar el honor en dos artículos de la Revista de Filología Española; vi que Cervantes reaccionaba de modo opuesto a los dramaturgos y como su actitud no obedecía meramente a espíritu compasivo y cristiano, sino a estar imbuido de una ideología renacentista…..”
“El cervantismo se aferró a los archivos y protocolos, y a la erudición lingüística, y no pensó en la formación intelectual del escritor, intensificada durante los años en Italia….”


¿Y en Argel? ¿Acaso son imprescindibles las lecturas para pensar o tener una visión del mundo? La “visión del mundo”, sin duda se incrementa, madura y agudiza en contacto con otras mentalidades, y muy especialmente las ‘enemigas’.

“Otro de los grandes prejuicios que han gravado la memoria de Cervantes ha sido el esoterismo… al leer a Cervantes se notaba algo, no se sabía bien qué; el espíritu del autor hacía a veces contorsiones extrañas, parecía como si quisiese decir lo que no decía….”


“Salía de mi plan estudiar el estilo. Quizás algún día emprenda su análisis.”


“Los grandes ingenios saben que la verdad no puede nacer sino de la crítica de la experiencia. Cervantes, por lo pronto, presentará sus figuras envueltas y resueltas en la impresión que suscitan en cada observador, en puntos de vista.”


Hasta aquí la Conclusión. Vamos a su ÚLTIMO PÁRRAFO.

Damos un poquito marcha atrás y vamos del último capítulo al último párrafo, titulado El honor, que comienza con lo que nos decía en la Conclusión:
“Va a terminar este libro con el estudio del tema que hace años percibí, por primera vez, una concreta relación entre Cervantes y el pensar renacentista”.
Y lo explica diciendo que el entendimiento del honor de Cervantes deriva de su moral, pues siendo ésta autónoma e inmanente, también lo será el concepto de la dignidad del hombre, que no pende de circunstancias externas. Así pasa Castro a examinar la concepción de Cervantes del honor como, por ejemplo, no dependiente del linaje sino de la virtud de la persona, que se justifica ante sí misma, etc. (Algo, por cierto, que Cervantes, como es habitual, contradice en el mismo alto grado en que lo afirma).

Y, “para terminar –concluye así Castro el tema de El honor y el libro-, una palabra en relación con los duelos y desafíos"
”Antonio en el desafío de Persiles, se sintió agraviado y no afrentado porque "la luz de las armas, quita fuerza a las palabras". Era un principio admitido que luego que un caballero había desenvainado la espada, cualquiera cosa que dijese no contaba como afrenta que exigiese ser vengada”.
Fin de El Pensamiento de Cervantes.

El aspecto objetivo y determinante del Quijote es la figuración de un hombre armado, que, de modo absolutamente inverosímil, no pertenece a una unidad armada. Este es el “engaño a los ojos” más clamoroso y el modo más a mano de manifestar, gritar a voces, aunque en la medida de lo posible, lo innombrable, el arma. (Mi propio punto de partida en el estudio del Quijote fue precisamente éste; la comparación de su figura con el maestro Mo, un pensador chino que creó una milicia para defender a los débiles).

Esta es la tesis expresa por activa y por pasiva del Quijote según su autor; lo inmoral -además de estrafalario- de los caballeros andantes. Y es también una prueba de la ausencia de cualquier progreso humano; las figuraciones de los héroes y los superhéroes de hoy, como los caballeros andantes de entonces, siguen representando esa MENTIRA a la que Cervantes refiere con todo el Quijote, pero aún si cabe más de pleno y directamente en la primera aventura.

Por otra parte, poco importan los refranes del escudero o las sandeces del caballero, porque el Quijote expone lo ininteligible; el arma, o, mejor dicho, su luz.

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