domingo, 1 de enero de 2012

El desencanto de Dulcinea

“Al son de las chirimías y de los atabales, se encaminaron con él a la ciudad; al entrar de la cual, el malo que todo lo malo ordena, y los muchachos que son más malos que el malo, dos dellos traviesos y atrevidos se entraron por toda la gente y, alzando el uno de la cola del rucio y el otro la de Rocinante, les pusieron y encajaron sendos manojos de aliagas. Sintieron los pobres animales las nuevas espuelas y, apretando las colas, aumentaron su disgusto de manera que, dando mil corcovos, dieron con sus dueños en tierra”




Si antes de la estancia en el castillo de los duques mencionamos que revoloteaban en la imaginación de Cervantes los héroes griegos clásicos, Aquiles y Ulises, se nos presenta ahora la parte final en cierta concordancia con el evangelio cristiano. La Pasión; de alguien, como don Quijote, que acepta la muerte antes que renunciar a su fe (O como Sócrates, a sus convicciones). Y se inicia con la llegada de don Quijote a Jerusalén, Barcelona, el domingo de Ramos o Pascua, aquí San Juan. Si el modelo griego, heleno, está basado en la fuerza activa, irresistible que se impone, el cristiano, mariano, en la pasiva, inamovible, que no se somete, a la que gasta Cide Hamete, como de costumbre y para que no queden dudas, una broma mediante los chicos animados por el Malo.

El siguiente capítulo
“trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse”.


Pilatos, Antonio Moreno, lo desarma y saca al balcón para regocijo de las gentes y luego le da una vuelta no en el caballo, sino en un macho, donde le interpela el castellano diciéndole que no haga el ridículo, cuando, mejor, le podría haber descubierto el rótulo que llevaba a la espalda, pues son las pruebas las que convencen y no las palabras, fáciles de disolver como hace don Antonio. Como dirá luego la cabeza encantada, el emperador romano; las obras manifiestan la voluntad.

En efecto, el papel de don Quijote es en buena parte de la segunda pasivo, especialmente según se avanza hacia el final; ni tiene que ver con los moriscos ni Ana Félix, el héroe es Roque en las aventuras pasadas, al que ni siguiera acompaña con Claudia Jerónima, nos sirve simplemente de vehículo en el viaje que hacemos con el autor. Únicamente, como paciente sufre las tentaciones del Malo:

Entre las damas había dos de gusto pícaro y burlonas, y, con ser muy honestas, eran algo descompuestas, por dar lugar que las burlas alegrasen sin enfado. Estas dieron tanta priesa en sacar a danzar a don Quijote, que le molieron, no solo el cuerpo, pero el ánima. Era cosa de ver la figura de don Quijote, largo, tendido, flaco, amarillo, estrecho en el vestido, desairado y, sobre todo, nonada ligero. Requebrábanle como a hurto las damiselas, y él también como a hurto las desdeñaba; pero viéndose apretar de requiebros, alzó la voz y dijo:

—¡Fugite, partes adversae! Dejadme en mi sosiego, pensamientos mal venidos. Allá os avenid, señoras, con vuestros deseos, que la que es reina de los míos, la sin par Dulcinea del Toboso, no consiente que ningunos otros que los suyos me avasallen y rindan.

Y diciendo esto se sentó en mitad de la sala en el suelo, molido y quebrantado de tan bailador ejercicio. Hizo don Antonio que le llevasen en peso a su lecho, y el primero que asió dél fue Sancho, diciéndole:

—¡Nora en tal, señor nuestro amo, lo habéis bailado! ¿Pensáis que todos los valientes son danzadores y todos los andantes caballeros bailarines? Digo que si lo pensáis, que estáis engañado: hombre hay que se atreverá a matar a un gigante antes que hacer una cabriola. Si hubiérades de zapatear, yo supliera vuestra falta, que zapateo como un girifalte, pero en lo del danzar no doy puntada.


Al igual que le recomendaba a Altisidora, la clave de la respuesta a la tentación, de la que no se libra ni el rocín ni el que lo monta, está en no pensar- que no sirve más que para darle pábulo y entrada, sino en actuar con resolución, aunque a don Quijote el ridículo le es inmanente.

Al día siguiente le muestra don Antonio, como le había prometido, la cabeza encantada

Si ya hemos mencionado arriba como los ideólogos echan mano de una supuesta psicología humana subyacente al loco, volvemos nosotros a la “la obra que manifiesta la voluntad de su autor”; y es ésta un proceso sostenido de bromas y enredos que primero se nos presentan sorprendentes para luego solucionarse y acabar al descubierto, de modo que comprendamos como la verdad de la realidad está clara siempre y para todos y hemos de poner nuestra “confianza” solo en ella y no en otra cosa. Muy repetidamente comienza Cervantes que “algo parecía…pues, en efecto, las cosas de lejos simplemente no se reconocen inmediatamente, y hemos de conjeturar hasta que luego “resultó que era….” Y así todas sus historias, como la de la cabeza encantada no podía ser de otra manera; era un artificio, como lo son los trucos de magia, para causar asombro y dar entretenimiento. Pero dice más:

Y dice más Cide Hamete: que hasta diez o doce días duró esta maravillosa máquina, pero que divulgándose por la ciudad que don Antonio tenía en su casa una cabeza encantada, que a cuantos le preguntaban respondía, temiendo no llegase a los oídos de las despiertas centinelas de nuestra fe, habiendo declarado el caso a los señores inquisidores, le mandaron que lo deshiciese y no pasase más adelante, porque el vulgo ignorante no se escandalizase.

Así que la historia de la cabeza encantada concluye en los “centinelas de nuestra fe”, esto es: en la cabeza no se puede creer, pero hay, de todos modos, una creencia oficial. Esta no la podrá Cervantes encarar directamente, y ese es precisamente el problema de sus intérpretes, que ellos también son oficiales o al menos públicos -hasta que ha llegado internet, pero el propósito del libro nos es claro, y debemos buscar en él una respuesta también al “engaño” oficial. Y ahora sin miedo, pues nos debemos antes a nuestros semejantes que al estado. Y en nuestros semejantes hemos de depositar nuestra esperanza, que, por tanto, ya no es esperanza sino sabiduría.

Tenemos precisamente esta tesis expuesta en El concepto de verdad en el Quijote, de Parker. Este dice: no solo don Quijote se engaña con la bacia, todos los demás se burlan de la verdad, de lo que hemos de concluir que que cada cosa tiene su verdad inalterable, pero la mente humana tiene que interpretarla. Los sentidos no engañan, pero los hombres si. Y, como el hombre es un ser social, el conocimiento de la verdad no solo depende de cómo interprete él la realidad, sino que depende también del testimonio de los demás hombres. Y cuando este falla, surge la confusión y la perplejidad. El mundo es razonable de suyo; sin embargo, reina en todo él la discordia del campo de Agramante, puesto que los hombres son muy propensos a falsear la verdad cuando creen que les conviene. La suscribo totalmente.

Pero tenemos aquí repetido el mismo caso que con la muerte de don Quijote, que Parker se ve, lógicamente, incapaz de resolver, o abordar, con su tesis. La cabeza encantada es retirada por los centinelas de nuestra fe, y don Quijote al final de su vida muere, y dice que ya no es don Quijote, como señala Parker; “que no se ha de burlar el hombre con el alma”, de modo que cambia su creencia en los libros de caballerías por el cristianismo; se confiesa y toma la Extremaunción.

Sancho, como el pueblo, acostumbrado a vivir con el engaño ha desarrollado una manera de tratarlo; simplemente identifica en él si le puede aportar algo personalmente, por eso no puso en cuestión los cuentos de las caballerías de don Quijote, como, por ejemplo, no le va ir a llevar la contraria al cura del pueblo, por lo mismo aquí simplemente no queda contento con la cabeza encantada.

“—Bestia —dijo don Quijote—, ¿qué quieres que te respondan? ¿No basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan a lo que se le pregunta? (para que nos maraville oir hablar a la piedra)

—Sí basta —respondió Sancho—, pero quisiera yo que se declarara más y me dijera más.”

2 comentarios:

  1. esto es un resumen si es super largo

    ResponderEliminar
  2. No pretende ser un resumen sino un comentario, de modo que quede abierto. Un resumen lo cerraría, me parece. Gracias por tu atención en cualquier caso. Saludos

    ResponderEliminar