domingo, 6 de febrero de 2011

La bandera blanca y el Quijote

Continuamos en el Primer Capítulo de la Segunda Parte: hemos visto que lo que le vuelve loco a don Quijote es el estado de naturaleza o guerra, las relaciones entre los estados, en contraste con su buen juicio demostrado sobre los asuntos civiles.


Luego no hemos querido demorar nuestra pregunta por la propuesta de paz de Cervantes para concluir que lo que nos propone es que nos comuniquemos sin palabras. Y, es eso, en efecto, lo que nos enseña cuando el barbero y el cura, vista su locura en creer en la existencia de la andante caballería se lo recriminan; les cuenta don Quijote entonces la historia de un loco en un manicomio de Sevilla, al que le iban a dar de alta por curado y cuando fue a despedirse de los otros internos y uno le dijera que, por su desacuerdo con que le sacaran, como Júpiter o su representante que él era en la Tierra no iba a llover en Sevilla en tres años como castigo. Replica a esto el nuevo cuerdo a los que le acompañaban que no se preocupasen de ello, que el era Neptuno y tenía potestad por tanto para llover sobre Sevilla cuando hiciese menester. Así fue que lo metieron de nuevo a su celda, visto que seguía loco. Es el sentido común de los que acompañaban al supuestamente reformado el que les muestra que está loco, pues Júpiter y Neptuno no cuentan nada en nuestras sociedades, y el primero es Júpiter tanto como el otro es Neptuno, pero, ¿no iban en procesión en los últimos capítulos de la Primera Parte rezando a la Virgen para que lloviese? Esa creencia en la Mancha no hace a nadie loco, ni a que lo metan en el manicomio. Esa sola es la manera de entender la locura y la cordura.

A este chiste tan discreto de don Quijote aún le acosan el cura y el barbero insistiendo en que no existieron los personajes de los libros de caballería, a lo que, como en muchas otras ocasiones, contesta don Quijote que él se los representa muy bien, tal como la iglesia representa sus santos; así mezcla la figura del gigante Goliat, en el que los creyentes en el Libro creen, valga la redundancia, y el gigante Morgante, fruto de la imaginación de un autor de libros de caballería. Don Quijote nos da muestra de su buen juicio señalando que no debía ser muy grande Morgante, ya que en ocasiones se refiere de él que duerme bajo techado, lo que nos da una referencia y un límite a su altura…

El asunto es que esas creencias (en la existencia y significado de éste o aquel) dió lugar a la expulsión de los judios de España y dará lugar a la expulsión de los moriscos como luego se verá en este comentario del Quijote.

Volviendo ahora al asunto de la paz; Cervantes nos dice y muestra que esas abstracciones son consignas que apoyan y sirven a las armas. En Egipto los países occidentales apoyan la democracia, otros países, como Irán, apoyarán que la revuelta acabe en un estado islámico, etc. Y lo justificarán con todo tipo de buenos argumentos.

Ahora, nosotros si callamos no es porque no tengamos nada que decir; callamos porque entendemos que esa es la situación de la palabra en el mundo, y si lo que queremos es acabar con las armas; esto es con la disolución de las unidades armadas, o estados, incluído el nuestro, para actuar como personas con simple sentido común y en comunidad, y las palabras no nos hacen espacio para ello. Sabemos que lo que está en juego es realmente quien comerá y vivirá ricamente y quien pobremente o no podrá apenas comer con cualquier orden (siempre jerárquico, piramidal) que resulte de cualquier cambio en el ámbito de la unidad armada llamada Egipto; algo claro y obvio, sin embargo, para todos por ser de la misma clase de juicios que el que determina que el gigante Morgante no sería extremadamente grande si dormía bajo techado, así como que por los restos de huesos enormes encontrados en Sicilia, que cita Cervantes, se sigue que vivieron hombres/animales gigantescos (los dinosaurios). Como he mencionado en  un post anterior, Cervantes no escribe debajo del gallo que pinta "esto es gallo", eres tu, somos nosotros todos, los que tenemos juicio, racionalidad para determinar, discernir lo que es y lo que no es. (Y eso es lo que te pide de rodillas el autor en el Prólogo -que puedes ver detalladamente comentado en la interpretación de la Primera Parte en "Armas y Letras en la interpretación del Quijote").

Apelar a referencias abstractas (irracionales) es realmente perder la conciencia y el sentido de que esas Letras, esas palabras abstractas, alienadas, sirven o apoyan determinadas armas (frente a otras). Mientras que despreciar esas palabras por tanto se comprende su sumisión a la supremacía de las armas, y buscar comunidad, la comunidad humana, sobre la disposición de superar esa situación, concertándonos en acabar con las armas y la violencia en común acuerdo, es el contenido de lo que tenemos que comunicarnos con el silencio, eso es apelar al sentido común; como también lo es proponer la bandera blanca bandera del mundo.

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