Ha ocupado Sancho un puesto alto en la jerarquía al que muchos servían, dimite y cae “en una honda y escurísima sima” en ausencia absoluta de un semejante que por caridad le le pueda sacar de ella.
Cae creyendo hacerlo hasta el abismo, por lo que se “encomendó a Dios de todo corazón” pero aterrizó sobre el asno y, cuando se aseguró que se encontraba con vida y sin rasguño alguno, “no cesaba de dar gracias a Dios por la merced que le había hecho” de hacerlo caer en la sima sin daño. Aunque se dolía por el asno.
No puede salir, ni encuentra nadie que le pueda ayudar, piensa que la muerte le sobreviene; en este pensamiento adopta un tono poético reflexionando sobre el momento del deceso en la compañía del asno, la lejanía de su patria y de los suyos.... Así pasó la noche hasta que vino el día y volvióa gritar pidiendo socorro sin que nadie le oyese con lo que le retornó el pensamiento de como se le cernía la muerte.
Levantó al asno que apenas se podía tener y lo animó con pan. Y en esto halló un agujero en la pared, entró por él como pudo y vio que se ensanchaba y “púdolo ver porque entraba un rayo que lo descubría todo”, de aquí paso a otra concavidad, luego regresó hasta donde estaba el jumento y ensanchó el paso con una piedra para abrirle paso, y así anduvieron a veces a oscuras y a vecen sin luz, pero ninguna sin miedo. “le pareció que habría caminado poco más de media legua, al cabo de la cual descubrió una confusa claridad, que pareció ser ya de día, y que por alguna parte entraba, que daba indicio de tener fin abierto aquel, para él, camino de la otra vida.” La nuestra, la finita.
Y mejor aún, la de su amigo don Quijote que andaba por ahí dándose una vuelta.
“Ah de arriba! ¿Hay algún cristiano que me escuche o algún caballero caritativo que se duela de un pecador enterrado en vida, a un desdichado desgobernado gobernador-“
“Oyendo lo cual don Quijote, se le dobló la admiración y se le acrecentó el pasmo, viniéndosele al pensamiento que Sancho Panza debía de ser muerto y que estaba allí penando su alma.”
“Si eres mi escudero Sancho Panza y te has muerto, como no te hayan llevado los diablos, y por la misericordia de Dios estés en el purgatorio, sufragios tiene nuestra santa madre la Iglesia Católica Romana bastantes a sacarte de las penas en que estás, y yo, que lo solicitaré con ella por mi parte con cuanto mi hacienda alcanzare”.
Le trajo maromas y sogas para sacarle del castillo y de los duques y cuando salía dijo un estudiante:
“—Desta manera habían de salir de sus gobiernos todos los malos gobernadores: como sale este pecador del profundo del abismo, muerto de hambre, descolorido y sin blanca, a lo que yo creo.”
Estamos ya en Juicio Final de su gobierno. Ha hablado primero el fiscal, ante el que se justifica Sancho:
—Ocho días o diez ha, hermano murmurador, que entré a gobernar la ínsula que me dieron, en los cuales no me vi harto de pan siquiera un hora; en ellos me han perseguido médicos y enemigos me han brumado los güesos , ni he tenido lugar de hacer cohechos ni de cobrar derechos; y siendo esto así, como lo es, no merecía yo, a mi parecer, salir de esta manera. Pero el hombre pone y Dios dispone, y Dios sabe lo mejor y lo que le está bien a cada uno, y cual el tiempo, tal el tiento, y nadie diga «desta agua no beberé», que adonde se piensa que hay tocinos, no hay estacas; y Dios me entiende, y basta, y no digo más, aunque pudiera.
—No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato".
Contribución al juicio del abogado de los nobles, don Quijote.
—A buen seguro —respondió Sancho— que por esta vez antes me han de tener por tonto que por ladrón.
Finalmente van a ver a los jueces, pero Sancho, no quiso subir a ver al duque sin que primero no hubiese acomodado al rucio en la caballeriza, porque decía que había pasado muy mala noche en la posada; y luego subió a ver a sus señores, ante los cuales puesto de rodillas les resume sus andanzas como gobernador;
“acometiéronnos enemigos de noche, y, habiéndonos puesto en grande aprieto, dicen los de la ínsula que salieron libres y con vitoria por el valor de mi brazo, que tal salud les dé Dios como ellos dicen verdad. En resolución, en este tiempo yo he tanteado las cargas que trae consigo, y las obligaciones, el gobernar, y he hallado por mi cuenta que no las podrán llevar mis hombros, ni son peso de mis costillas, ni flechas de mi aljaba; y, así, antes que diese conmigo al través el gobierno, he querido yo dar con el gobierno al través”
Y como sepultado, para concluir:
“Así que, mis señores duque y duquesa, aquí está vuestro gobernador Sancho Panza, que ha granjeado en solos diez días que ha tenido el gobierno a conocer que no se le ha de dar nada por ser gobernador, no que de una ínsula, sino de todo el mundo.”
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